La Universidad Nacional Abierta y a Distancia –UNAD, y las otras 36 universidades afiliadas a la Asociación Colombiana de Instituciones de Educación Superior a Distancia –ACESAD, pueden responder, con calidad y eficiencia a la meta del presidente Iván Duque, de posibilitar el acceso inmediato o secuenciado a la educación superior de, por lo menos, 300 mil jóvenes de escasos recursos, durante los próximos cuatro años.
El señor Presidente conoce muy bien la educación virtual. De allí su insistencia en el tema. Así se lo recordó a la Ministra Angulo y a su equipo: “Este país tiene que dar el salto hacia la gratuidad de la educación superior para los sectores más vulnerables de la sociedad, y yo estoy seguro de que usted –dirigiéndose al Viceministro Luis Fernando Pérez– logrará ese objetivo”.
La experiencia de la UNAD en los últimos 14 años -en los que pasó de la crisis al éxito educativo y a ser una megauniversidad con más de 100 mil estudiantes- confirma que la apuesta por aumentar la cobertura, con calidad y tecnología, y con un nuevo concepto del rol docente, es posible. Los siguientes hechos así lo ratifican:
- Con las tecnologías de la información y de la comunicación, la educación se ha beneficiado con nuevos modelos pedagógicos educativos a distancia y virtuales. A diferencia de la educación presencial, con los nuevos modelos es posible escalonar el crecimiento y el acceso flexible de sectores poblacionales históricamente excluidos de una educación pertinente y cualificada.
El crecimiento de la UNAD, que en su corta vida institucional (37 años), ya superó los 100 mil estudiantes matriculados activos, la ha llevado a convertirse en la primera megauniversidad pública del país.
- La finalidad de la educación de hoy ya no pasa por la creación de universidades regionales, sino por potenciar la oferta cualificada de aquellas que ya lo hacen y han mostrado respuestas tangibles y efectivas en diversos países, sustentadas en el modelo educativo virtual y a distancia. Ya no es el estudiante quien debe ir a la universidad ubicada en las grandes y medianas; ahora es la universidad la que llega hasta él sin importar dónde esté.
- Desde épocas remotas, la educación se instaló para servir a las élites, propiciando un escenario de exclusión social. Esto se ha mantenido mayoritariamente en América Latina, incluida Colombia; y aunque nadie puede negar el valor trascendente de las universidades tradicionales presenciales, y que en ellas se han formado los más importantes dirigentes, líderes empresariales, industriales, técnicos y la más alta intelectualidad, el modelo tradicional – presencial tiene unos costos de operación muy altos para asegurar una masificación con calidad.
- Dada la no respuesta a las necesidades formativas de cientos de miles de jóvenes en las regiones -a comienzos de la década de los 80- nació, por iniciativa del expresidente Belisario Betancur, un nuevo paradigma denominado “Universidad a Distancia”, que apostó por la inclusión educativa. Hoy, esa educación a distancia y, en especial, su expresión más avanzada, la educación virtual, es alternativa de educación que garantiza pertinencia y calidad.
- Dicha educación virtual obliga a repensar la universidad milenaria (la del aula de clase, el tablero y los estudiantes condicionados por determinadas horas y determinado profesor). La que se puede llamar como “institucionalidad ortodoxa” se niega a desaparecer, pues aún hoy sigue siendo altamente demandada. La mayoría de estas IES se mantienen en un formato tradicional, y no se han percatado o no han querido percatarse del alto riesgo que significa su resistencia al cambio y su no renovación de las formas y métodos.
Los nuevos modelos de formación son una respuesta efectiva a la veloz dinámica de generación, intercambio y difusión de la información y el conocimiento, y al incremento de las comunicaciones interpersonales a través de redes sociales, académicas y de investigación, entre otras.
Durante su visita a la UNAD, como candidato, el hoy presidente Iván Duque, calculó en 2.1 billones anuales el costo de dar formación universitaria a 300 mil jóvenes. Estas cifras son viables en el modelo de educación virtual, como los que la UNAD y Acesad ofertan, y no dentro de la institucionalidad ortodoxa presencial. |
El cambio en el rol docente en el escenario de la virtualidad:
La formación, el desempeño, las expectativas y los objetivos pedagógicos de la docencia universitaria en el entorno de la virtualidad son esencialmente diferentes de los que la institucionalidad ortodoxa de la modalidad presencial ha concebido. La nueva formación demanda una mentalidad, disposición y roles diferentes del parte de un “nuevo” docente. He aquí la evolución de esta situación.
- Con el auge de la era industrial, las comunidades se trasladaron a las ciudades, y ello trajo a la educación un primer desafío: la masificación (que es diferente a la democratización). Así, se consolidó el modelo prusiano, especialmente concebido para albergar, en grandes bodegas de ladrillo y cemento, a centenares y miles de estudiantes encerrados en aulas, escuchando el saber personificado en el profesor(a).
Las generaciones posteriores a la era industrial y la post-industrial, nacieron y desarrollaron sus competencias y talentos dentro de fenómenos generalmente desconocidos por la institucionalidad educativa: ambientes virtuales, objetos didácticos virtuales, hipertextos, transmedia, multimedia, y realidad virtual aumentada, entre otros. Estos nuevos entornos conllevan a que las variables de espacio y de tiempo deban ser reinterpretadas en la construcción curricular y microcurricular, creando dinámicas de sincronía y asincronía que den cuenta de la calidad y pertinencia del proceso formativo y el estudiante sea el primer sensor de su propia evolución integral.
- Con la “nueva” universidad, apoyada en la tecnología, también hay un “nuevo” docente. Muchos de los actuales formadores provienen del esquema tradicional, de todo tipo de disciplinas y muchos ni siquiera fueron informados del por qué y el para qué del ejercicio docente. Muchos se han formado bajo el concepto de una autoridad mal ganada, fundada en una conducta autoritaria, que ganaba prestigio ante sus estudiantes y colegas por su rigidez y por las altas cifras de reprobación de cursos, y por décadas daban la misma clase magistral y las mismas bibliografías clásicas.
Hoy se requiere un docente más orientador, motivador y facilitador del aprendizaje del estudiante. Esto implica el abordaje de esfuerzos particulares y colectivos para reconocer sus limitaciones y posibilidades de integrarse a este nuevo mundo de la educación digital y en red.
- Los nuevos modelos educativos soportados en el aprender a aprender requieren de docentes que expresen voluntad, convicción y pasión por lo que hacen: aprendiendo, enseñando, creando e innovando, y dejando atrás el discurso exclusivamente teórico, el paradigma pedagógico de enseñanza expositiva para buscar aprendizajes por recepción, situación que aún hoy se percibe en el aula real y también, infortunadamente, en muchas aulas virtuales.
- La UNAD, es necesario advertirlo, no se encasilla en el determinismo tecnológico. Potencia su acción transformadora en el desarrollo humano sostenible, en el reconocimiento de la interculturalidad, en el desarrollo comunitario y regional y optimiza las ventajas de la innovación tecnológica con todas sus capacidades de interacción.
No solo se trata de dar habilidades tecnológicas a docentes y estudiantes para saber el manejo de los artefactos tecnológicos cada vez más sofisticados, se trata de ganar en la comprensión de unos y otros para afianzar el sentido mismo de la autoformación.
Por ello, en la UNAD hemos trabajado:
- Para que el docente pueda desempeñarse en entornos curriculares pertinentes a los contextos territoriales a partir de la identificación de los núcleos problémicos que determinan la conexión de la pertinencia formativa con los entornos y sectores en los que se desenvuelve el estudiante y posteriormente el egresado.
- En gestar competencias para el emprendimiento docente en entornos digitales.
- En el delineamiento de un modelo pedagógico integrador y articulador de los componentes vitales de la autoformación.
- Generar una infraestructura y cultura propia en torno de tecnologías de punta, repositorios virtuales, y el diseño y puesta en marcha de sistemas de gestión académica y de gestión estudiantil, dando forma a la denominada Universidad Pública Digital.
- En la consolidación del programa de Formador de Formadores y la política de cualificación del talento humano, traducida en un Estatuto General que da el soporte jurídico necesario para consolidar lo avanzado y enfrentar nuevos desafíos en la ruta establecida.
- Finalmente, la nueva docencia debe articular con la debida escalabilidad de las plataformas tecnológicas de soporte, los nuevos campus educativos virtuales, y la debida conectividad.
Algunas instituciones toman la decisión de arrendar plataformas propietarias y desarrollos e-comerciales con estándares adecuados, por supuesto a muy altos costos per cápita. En el caso de la UNAD y gracias a nuestra seccional en USA, el trabajo comprometido por cerca de quince años de nuestros investigadores, académicos e ingenieros nos han permitido desarrollar y patentar una plataforma propia, de altos estándares de calidad y flexibilidad, escalonable para miles de estudiantes en usabilidad simultánea, lo que implica al mismo tiempo que los recursos financieros del Estado y del sector, ya deficitarios por décadas para su funcionamiento convencional, podrían convertirse en cuantías eficientes para la inversión educativa innovadora y no para seguir insistiendo en programas de beneficio a unos pocos (Pilo Paga).
JAIME ALBERTO LEAL AFANADOR
Rector UNAD
Presidente ACESAD